Asociación DeFrente LGTB Sevilla
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Mensaje  Magda Jue 9 Jul 2009 - 11:15

Expert@s en Transexualidad o carnicer@s irresponsablemente preparad@s.
-Por MJ Rosillo. Psicóloga y Educadora Social.

Cuando se abrió la veda legal y se difundió a los cuatro vientos que la seguridad social del Estado Español y en concreto de nuestra comunidad autónoma de Andalucía iba a invertir sumas millonarias de las antiguas pesetas en preparar a profesionales y unidades hospitalarias para atender las demandas de hombres y mujeres que soñaban, jugándose la vida, con un cambio de sexo, brotaron reacciones de todos los signos y colores. Algunos sectores de la sociedad montaron en cólera y escandalizados gritaban: ¿cómo es posible que se inviertan fondos públicos en algo destinado a un colectivo social minoritario y fruto del vicio caprichoso visible en carnavales?”!!!!Otros sectores, nos alegramos sinceramente al comprobar que la historia, aunque a pasos muy lentos, iba modificando sus estructuras de base, y dejando espacio para tod@s l@s ciudadan@s. Suponía pues un puerta abierta a la esperanza de encontrar un sentido de vivir, el sueño añorado y el final de un tortuoso camino de desgracias, insultos, riesgos sanitarios fruto de las ilegalidades sumergidas, represiones familiares y sociales o la incomprensión generalizada de aquellos con quién se debe convivir cada día.

Han pasado muchos años desde entonces. Nuestra comunidad autónoma andaluza se convirtió en poco tiempo, en pionera de una complejo proceso de intervención psicológica, médica y asistencial destinada a la atención de hombres y mujeres que llegaban a la ciudad malagueña a quemar su último cartucho de esperanza, y tras interminables fases de seguimiento y listas de espera kilométricas, han ido dando respuesta a sus vidas desde su nueva identidad de hombres o mujeres nuev@s. Málaga pasa a ser lugar obligado de peregrinaje nacional y extranjero al mismo nivel que Estados Unidos o Tailandia.

Sin embargo, escuchando hoy testimonios que siguen llegando sutilmente a mis oídos, casi imperceptibles, porque nunca transcienden a la prensa, no puedo dejar de escandalizarme con lo que son experiencias de vida desgarradoras, de personas que tras superar todas las fases habidas y por haber, deben afrontar finalmente, la hoz del fracaso en sus propios cuerpos mutilados y transgredidos brutalmente por la incompetencia médica y el vacío legal, y también, por qué no decirlo, la insoportable vergüenza contenida que hemos de guardar para siempre en nuestro entorno más íntimo, de no poder sentirse jamás, hombres y mujeres plen@s. Habían dejado sus vidas en manos de esos “profesionales de la sanidad”, habían superado pruebas que dudo serían capaces de soportar muchos hombres y mujeres que se autocalifican “lideres sociales y de masas”, y a pesar d todo, son pagados con la moneda de la negligencia y el desinterés. Los escasos profesionales de cirugía estética en esta ciudad, comparten sus tareas con otras intervenciones de salud (quemaduras, injertos, accidentes…) y de los cinco existentes, solo dos de ellos, están “especializados en transexualidad”. Pero si a esto añadimos que la especialización les viene del proceso autodidacta de ensayo-error, en el que cada operación quirúrgica le supone puntos de conocimiento y ceros en sus cuentas de ahorro, ¿de qué estamos hablando?

Al ser el colectivo transexual, un grupo socialmente molesto para muchos sectores de nuestro entorno, los casos de negligencia médica rara vez transcienden a los medios, y son conocidos quizás en los círculos familiares más cercanos a la persona afectada. Por otra parte, la defensa de los derechos mínimos de la comunidad transexual, no vende bien en casi ningún sitio. Los sectores más retrógrados, no pueden hacerse ya con mayor número de descalificativos, partiendo además de un total desconocimiento de los términos. Para ellos, los maricones, lesbianas, transexuales, bisexuales, somos todos iguales: una pandilla de degenerados, que sólo tenemos derecho a estar calladitos y encerrados en nuestros armarios de casa. Pero, es que para los sectores más “liberales”, ni siquiera existimos. No se nombran medidas de atención, no se invierten más recursos, no se protege a los pacientes en sus procesos e itinerarios de tratamiento, no se diseñan programas específicos de salud p, (sólo importa el VIH, por ejemplo)…y eso y nada es casi lo mismo.
Por supuesto que existen muchas necesidades sanitarias en nuestro pais, y en nuestra comunidad autónoma: formación de especialistas, enfermedades raras, enfermedades eternas como el cáncer, atención individualizada a pacientes y familiares, equipos e instalaciones modernas que deben mejorarse y ampliarse, nuevas plantillas de profesionales de apoyo, mayor inversión en investigación…No estamos negando nada de esto, ni lo creemos problema de segundo orden. Pero sí creemos que en algún momento de nuestros debates televisivos o periodísticos, o en nuestros foros de congresos, colegios y universidades, podíamos ir provocando un espacio para este sector de población que constituye la “invisible comunidad transexual”.

Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para contener las lágrimas en medio de una conversación tierna y sincera de mi amiga y de su marido (nacido mujer), al narrarme como si de una historia ajena se tratara, todo un via crucis sufrido durante diez largos años, que aún no ha terminado, y con el que califica el durísimo proceso de cambio de sexo que han vivido en propia piel. Pasando por intervenciones quirúrgicas dobles, infecciones, rotura de tejidos y órganos internos, obstrucción de dispositivos interiores, olvido de medicamentos, inexistencia de especialistas de urgencia que sobrellevaran el postoperatorio…nuevas intervenciones para corregir errores, nuevas infecciones hospitalarias, efectos secundarios….para llegar finalmente a un estado de espera permanente que destrozaría al roble más robusto. “No puedo más” – me confesó mi amiga, con lágrimas en los ojos. “no podría soportar verle sufrir más”.

Me parece deplorable que en estos tiempos que corren, aún no exista un compromiso político, educativo, social y científico-médico firme y serio, que nos permita a tod@s dar respuesta a este tipo de realidades, y a otras muchas que son de contenido médico y de investigación, que permanecen ocultas entre paredes de laboratorio, controladas bajo intereses económicos y farmacéuticos, cuyos hilos trascienden al hombre y a la mujer de la calle. “Claro que nos podemos inventar un virus; ¡qué más da el nombre!. Dentro de unos meses, sacamos la vacuna que habíamos inventado el año pasado y nos forramos, tio”- ¿será ésto real?

Después de conocer más de cerca esta realidad, que por desgracia se generaliza a muchos hombres y mujeres transexuales, que pasan desapercibidos ante nuestros ojos, creo que como mujeres cristianas, creyentes y lesbianas,( que podemos llegar a entender perfectamente lo que significa estar “fuera de la norma universalmente aceptada”), tendremos algo que hacer o qué decir en aquellos foros en los que seamos capaces o nos dejen movernos. Hacernos eco de estas denuncias, y de acompañar, arropar, respaldar iniciativas y protestas que vayan encaminadas a mejorar derechos de algunos de nuestros compañeros de camino: homosexuales, transexuales y bisexuales. Porque más allá de partidismos ridículos que sólo quieren separarnos para vencernos, está nuestra identidad de comunidad universal. La realidad LGTB sigue estando sesgada, más que nos pese en muchos entornos de nuestra sociedad ultramoderna, pluralista y tolerante. Y éste como tantos otros, es un aspecto más que lo demuestra.

Se busca por todos los medios, la normalización de todos los colectivos, se pretende que pasen desapercibidos, que vivan de la forma más “normalizada” (o deshumanizada) posible, como cualquier otro ser humano. Sin embargo, presiento que este afán de normalización esconde cierto deseo sublimizar de invisibilización de realidades que requieren respuestas muy acuciantes y directas, y que el resto del mundo heterosexual no va a entender jamás. Ser invisibles es igual que ser inexistentes. Si no se existe, no se tienen demandas, y por tanto, no hace falta atenderlas. ¿Tan difícil es comprender este axioma? Claro que es vital llegar en algún momento de nuestra historia como seres humanos, a la normalización absoluta y verdadera, en la que dos mujeres puedan pasear de la mano por la calle; o que dos chicos puedan darse un beso en el parque a plena luz del sol, ó que se cuestione la integridad de una persona porque lo mismo puede amar a hombres que a mujeres, o que una persona transexual pueda desempeñar un trabajo digno porque está formado para ello, independientemente de lo que había escrito en su DNI.
Aun queda mucho por hacer:
 Tomar conciencia social comunitaria.
 Adoptar medidas de transformación política, social y legal.
 Transmutar las bases de referencia de nuestros modelos educativos, desde los primeros ciclos de enseñanza y hasta los últimos.
 Reivindicar día a día desde el espacio en el que nos dejen estar
Y mientras tanto, seguir soñando, creyendo que otro mundo es posible.


Sevilla, Julio 2009
Magda
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