¡TEN CUIDADO, POR AQUÍ HAY MUCHOS MARICONES ...

Invitado Dom 5 Oct 2008 - 12:00

... y en cuanto te das la vuelta te la meten!

Así comienza un pequeño artículo titulado "FANTASÍAS DEL MARUJO" publicado por Javier Sáez en su libro "MARICONADAS". Éste en particualr me resulta especialmente interesante, inteligente y divertido, al mismo tiempo. Y desde luego, especialmente idóneo para reflexionar. Aquí os lo trascribo literalmente. Si a alguien le interesa el artículo, puede bajarse el libro entero -gratis- desde su página www.hartza.com

A ver que os parece:

"¿A qué obedece esta fantasía hétero tan frecuente? ¿Por qué el discurso de la homofobia está siempre asociado a una supuesta penetración?

Desde Freud sabemos que la sexualidad infantil es polimorfa, que el cuerpo de los niños y las niñas es erógeno en todos sus agujeros, incluidas la mirada y la voz. Los procesos de socialización y de represión cultural y familiar presionan a los niños desde que nacen para que vayan renunciando a explorar y disfrutar de su sexualidad, diversa y curiosa. En ese triste proceso muchos placeres se van quedando en la cuneta : el juego con los excrementos, el tocar de otros cuerpos semejantes, la masturbación, el voyeurismo, y, por supuesto, la analidad.

Pero se paga un precio por todas estas renuncias. Se supone que el buen adulto es una persona heterosexual, que disfruta sólo con la penetración pene-vagina, y que no hace ninguna de esas « guarradas » que hacen « los perversos ». Luego, en la soledad del váter, el buen adulto mira su caca como todo el mundo, se mete el dedo en el culo como todo el mundo, o se masturba como todo el mundo, cuando no baja corriendo a la Castellana a medianoche para que le folle un travesti.

La sexualidad normalizada de este esclavo virtuoso, tarde o temprano, genera resentimiento hacia el otro, hacia el que disfruta de los placeres y los cuerpos, hacia el que es capaz de hacer lo que él sólo fantasea. Como decía Nietzsche, el esclavo no soporta la mirada del hombre libre. Ésta es una de las raíces de la homofobia. El odio irracional, el escarnio, la violencia que muestran los homófobos contra los gais y las lesbianas sólo se explica desde esta posición reflexiva del resentimiento : « Te odio porque tú haces lo que yo deseo , lo que yo no me atrevo a aceptar». Nuestra lengua es un ejemplo viviente de este conflicto ; cada día los marujos (los del Marca, el Soberano y la Faria, esos machos que mascullan chistes sobre mujeres o maricas mientras se rascan los huevos, esos ejecutivos folla-secretarias) se llenan la boca de escenas de penetración : que te follen, le dieron por culo, vete a tomar por culo, me han jodido, etc. Y cuando ven a un marica, siempre el mismo miedo neurótico, el mismo deseo : « ten cuidado que ése en cuanto te des la vuelta… », es decir, « ojalá me la metiera ». El corolario lógico de esto es, por supuesto, el odio, el insulto, la rabia, la agresión : otro marica muerto en el Retiro, otro chiste de maricas en la radio. No pasa nada, se lo han buscado, son unos viciosos.

Con las lesbianas la agresividad es igual o mayor : el marujo no puede soportar quedar fuera del juego del deseo, el amor entre las mujeres no necesita de él, levanta su soberanía con una sexualidad más compleja que le es ajena (« ¡no necesitan de mi polla, qué horror ! »). Aquí, el otro, la sensación de alteridad para el marujo, es aún más radical, no hay mirada hacia él, no cuenta nada, es un amor que no puede comprender en absoluto. Por tanto, su actitud hacia las lesbianas oscila entre el odio ciego - un balbuceo torpe que sólo se expresa en el insulto (bollera, marimacho, camionera, machirulo, y otros análisis de refinamiento parecido)-, y la mirada marciana, la perplejidad (¿qué es eso ?), la incredulidad (eso no puede ser). Además, el lesbianismo, para ellos, no funciona ni siquiera como fantasía, esas mujeres no te van a hacer nada, no te van a follar, no te van a mirar, no eres ni un objeto. Tu erección, tu presunto poder, no era nada, no sirve.

El discurso homófobo se fundamente en el odio a sí mismo por un deseo del otro ; esas pulsiones homoeróticas infantiles que quedaron en el fondo del armario estallan en forma de desasosiego. La presencia de la lesbiana, del transexual, del travesti, de la drag, del gai, devuelven un saber al que no quería saber : « algo de eso hay en mí ». La extraña importancia que cobra la presencia de dos maricas o bolleras de la mano en un bar o en la calle no deja de ser significativa. De pronto todas las miradas se dirigen a esas manos que se agarran, la gente se altera, hace comentarios, necesita distanciarse, que quede claro que uno no tiene nada que ver con eso, risas nerviosas, chistes, mofa, miradas irónicas, lo que sea, hay que marcar la diferencia.

Algo que es indiferente, que no le concierne a uno, no provoca reacciones. En cambio, el odio o el amor son las dos caras de la misma moneda, de algo que tiene que ver con uno (por eso el ateísmo militante es una forma de reconocimiento de dios, mientras se le niegue se está sujeto a su ley).

La homofobia protege de lo que se desea. La homofobia muestra el retorno de lo reprimido. Si no fueran tan peligrosos, darían pena."

Rosa Mena Dom 5 Oct 2008 - 16:01

Gracias por el artículo, Miguel

Me gusta esta interpretación de la homofobia. Me quedo con esta frase que es la síntesis de todo: "Algo que es indiferente, que no le concierne a uno, no provoca reacciones."

Un beso
Rosa

adela Dom 5 Oct 2008 - 17:44

Pienso que hay muchas razones que subyacen a la homofobia, una de ellas puede ser el deseo reprimido reflejado en el comportamiento de gais, lesbianas; pero también la obediencia ciega a unos valores tradicionales preestablecidos en donde queda anulada la capacidad crítica, a un miedo por no saberse manejar en la diversidad, en lo que es distinto a mí.
Adela

joseluis Dom 5 Oct 2008 - 19:23

Una teoría interesante que satisface nuestras fantasías cuando decimos y/o pensamos “ Ese o esa en el fondo también entiende “, pero creo que en muchas ocasiones no es así. Es cierto que el/la hetero tiene un miedo irracional hacia lo desconocido, pero también es igual de cierto que cuando se nos conoce, ese miedo desaparece, se entiende o mínimo se tolera aunque esto último no nos sea suficiente, pues la tolerancia , en mi opinión es hermana de la compasión, de ese “que se le va a hacer, es maricón o lesbiana” .

Hace unas semanas en Córdoba salí con una pareja gay amiga y otra hetero por sitios de ambiente. El hetero , en cuestión, guapísimo , por dentro y por fuera, me animaba a ligar. Cuando nos marchábamos se le acercó uno, piropeándole y cogiéndole el culo.Aquel, se quedó cortado guardando las formas. En esta ocasión, el tópico de arrima el culo a la pared, cobró sentido y este chaval y su novia, dudo que vengan más a este sitio con nosotros. Desgraciadamente, hay y habrá gente que no se da a respetar y/o no respeta, dentro y fuera del ambiente. Gente con cualquier orientación sexual. La gran diferencia es que somos y seremos minoría. Por eso, a pesar de lo dicho, creo que ese/a también ENTIENDE.

Invitado Dom 5 Oct 2008 - 20:16

Estoy de acuerdo en parte con lo que dices, José Luis. No creo que todos los homófobos sean homosexuales, pero sí creo que los que se prodigan especialmente en insultarnos lo hacen, entre otros motivos, porque no soportan nuestra ruptura con su aburrido comportamiento animal-heterosexual. Sus prejuicios sexuales, y también algunos de los nuestros, se deben, como dice Javier Sáez, a una insistencia por parte de nuestro entorno social más inmediato en censurarnos continuamente, ya desde niños, en la exploración de nuestro propio cuerpo, y por extensión, en el de los demás.

Nosotr@s -los gays, lesbianas y bisexuales desarmarizad@s- tenemos el mérito de haber sabido romper con esas rancias normas y abrir nuevos caminos para disfrutar del sexo. Algunos heterosexuales ya se habrán fijado en nosotros e, incluso, nos emularán en ciertas prácticas. Otros, los incapaces de superar su represión, la mitigan destruyendo al referente que les asusta, porque les recuerda aquello con lo que no se atreven a enfrentarse. Y por eso somos antinaturales, enfermos, locos, pedófilos, destructores de la familia y más lindezas a las que nos tienen indedamente acostumbrados.

En fin, que tenemos que estar muy orgullos@s de nuestros culos y coños liberados.

Un beso a tod@s.

Raquel Dom 5 Oct 2008 - 23:15

Estoy con Adela.
No creo que todo homófobo atienda a un deseo oculto hacia otra persona de su mismo sexo o a una curiosidad reprimida (American Beauty, el papá militar). Creo que la mayoría atienden a la educación mamada, a no plantearse nada nuevo, a no criticar, a no ser capaces de preguntarse " y por qué no?", a tener estrechez de miras y a no ver más allá de su nariz. Por eso creo q la labor está en la educación...desde infantil y primaria, ahí es donde podemos cambiar algo.

joseluis Lun 13 Oct 2008 - 12:35

Estoy contigo Raquel, creo que la educación es la base del respeto, de la convivencia en la diversidad. Con todo ,y como dice Miguel, es una realidad que la parte más visible y radical de la homofobia , puede que tenga un componente de autorepresión sexual , pués me resulta dificil pensar que la educación que mamaron, de por sí, sea suficiente para mostrar una especie de odio hacia nosotr@s.Quizás en lo que nos concierne ,el dicho " del odio al amor no hay distancias", cobre todo su sentido.

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